martes, 26 de abril de 2011

Vuelve, jequesa, vuelve!

Un txunami de mostaza dulce cayó de la pechuga, congelada en el aire, y explotó en el plato creando un efecto pictórico impactante y hasta artístico…si no fuera porque el sofá, la mesa y la jarra también recibieron lo suyo. Dice el copiloto de mi sofá que esta mostaza tiene la textura del vómito de unos callos a la madrileña y un sabor que no le va a la zaga a su aspecto. Pero volvamos a la pechuga. ¿Por qué se congeló en el tenedor a mitad de bocado? No será por falta de apetito de un servidor, que nunca ha padecido de tan tremendos males. La causa es Telecinco y en concreto, su telediario nocturno. Siempre había tenido a este informativo como un esputadero de noticias medianamente potable y lejanamente imparcial y serio. Pero últimamente me empieza a crujir más que la cama de mis vecinos ninfómanos. Lo de ayer me dejó perplejo, atónito ojiplático. El tema era la Jequesa. Nos ha jodido, ahora resulta que existen las jequesas; lo que antes era un discreto bulto embutido en un pañuelo negro que a duras penas asomaba los ojos en los viajes oficiales, ahora brota como surgida de un capullo y planta sus reales ovarios frente al respetable: La Jequesa, con mayúsculas. Junto a él una masa informe, predecible y prescindible: El Cheque, digo el Jeque, con minúsculas, pero con los dedos garrapiñados de firmar contratos y pagarés.


La presentadora de Telecinco, inocente ella, busto parlante a lo sumo, se presta a desgranar los muchos y grandes parabienes de la Jequesa, que nos dejan ahítos de envidia y elogios: que si es licenciada en sociología, que si es Honoris Causa por 4 universidades (entre ellas la de Chichinabo, supongo), que si es una de las mujeres más influyentes del mundo árabe (que vista la escasa competencia…), que si rezuma elegancia por los cuatro costados ( a base de embutirse con andrajos de a 2.000 la pieza)….vamos, que la jequesa no se limpia el culo, si acaso, aromatiza con esencias orientales el papel loewe de su toilet.

En la imagen, aparece un ansioso Zapatero. Sale de la Moncloa con los globos oculares que le salen de las cuencas y con el signo del Euro impreso en ellos; no ve al jeque, no ve a la jequesa; sólo ve un inmenso raudal de millones a los que hay que dar bocado. Saluda con efusión a sus arabescas majestades; les hace la reverencia; dobla el espinazo que parece que está buscando trufas por el jardín de la Moncloa. No sale con la bandeja de Ferrero-Rocher porque Pepiño Blanco le convenció a última hora de que no lo hiciera. La presentadora nos da la clave: “ El jeque tiene pensado invertir 6.000 millones en empresas españolas”. Ahhhh claro, es como el tío rico que nos viene a dar la paga. Pues nada, pues nada, doblemos el espinazo, a ver si le quitamos las trufas a Zapatero.

Ahora entiendo lo que dice la Presentadora pero, sobre todo, lo que no dice: que el jeque es el dictador de su país, que sus fuerzas armadas colaboran con la represión brutal de las protestas de su vecino Bahrein, que la homosexulidad se castiga con más de 5 años de cárcel, que la teología de su gobierno está peligrosamente cerca del islamismo radical….pero shhhhh, chitón! Que nos oye el jeque y nos deja sin paga.

Y todo ello una semana después de repetir el guión con los chinos, otros simpáticos tipos amarillos no muy acérrimos de los derechos humanos ni menudencias de ese tipo.

Pero el servilismo telecienquino llega un poco más lejos, y tras el recitado de obras de caridad, loas y parabienes de la jequesa, llega la frase que deja helado a mi bocado de pechuga con mostaza. Habla la presentadora de la cena de despedida, donde la susodicha moza (se llama Mozah al parecer) rivaliza con nuestra Leticia a la hora de lucir el esqueleto (en el caso de letizia, lo de lucir el esqueleto es literal). Y farfulla la telediaria tipa: “La Jequesa nos ha impactado. Aún no se ha ido y ya la estamos echando de menos”. Tócate los cojones. Eso en un telediario. No es el Nobel de la Paz ni Mathama Ghandi. Es la esposa (una de ellas…) de un dictador árabe que huele a Channel nº5. ¿Qué coño la voy a echar de menos si ya la echaba de más antes de que viniera? Y ¿ a qué viene esa frase en un telediario? ....pero…..shhhhhh, chitón, que nos oye el jeque y nos deja sin paga. Ay, Martita, martita (se llama así la presentadora); a ver si dentro de un año vas a estar narrando cómo bombardeamos a la jequesa como le ha ocurrido a algún otro dictadorcillo de la zona que también era “amigo” y también muy glamuroso porque dormía en Jaimas.

martes, 12 de abril de 2011

Euroturistas

-Bolsa de Chetos o galletitas saladas?


-No, que no me has entendido bien guapa, me traes un crianza y un surtido de ibéricos.

La azafata le mira con cara de “sonrío-pero-me-estoy-empezando-a-cabrear”.

-Que si quiere unos chetos o…mire, mejor habla con el sobrecargo y….

-No, no, no te preocupes; dame unos…..”cheetos”-dice con la misma cara con la que diría “estiercol”.

La azafata le acerca los chetos y le sonríe con cara de “ojala-se-te-atraganten”.

El hombre también sonríe (aquí todos sonríen) con cara de “puta-mierda-ser-eurodiputado-para-esto”.

Esto es lo más parecido al infierno: El niño de al lado le ha manchado de katchup su traje de Massimo-Dutti. La señora gorda del asiento delantero habla por el móvil a voz en grito con su prima Mari Pili. No ha tenido reparo en compartir con el resto del pasaje la fascinante historia de su fístula sangrante; nacimiento, auge y caída en gloriosa intervención médica.

Siempre había oído hablar de la clase turista como de un lugar pintoresco, pueblerino, entrañable. Como cuando te hablan de un las favelas brasileñas, o el poblado del tío Raimundo. Gente de baja estofa compartiendo saliva y devorando bocadillos que brotan de inmensas bolas de papel de plata.

-Cuidado, le advirtió el asesor de imagen-Esas cosas se piensan pero no se dicen-No son gentuza, son votantes-a ver repite conmigo-y se le abría la boca hasta formar una o enorme:

-Vooooootantes.

Sí, qué cabrón, ese puto asesor tiene un Mercedes clase C y un chalet en la Moraleja y no ha viajado en turista en su puta vida. Aquí le querría ver en este infierno. Un intenso aroma a sobaco con forma de densa niebla se va apoderando de la cabina del pasaje.

El niño-ketchup se le acerca juguetón:

-¿Puedo jugar con su ordenador, señor?. Y empieza a toquitearlo con sus manos pringosas.

…A lo mejor te cabe por la ranura del culo, puto imberbe. ….Pero no dice eso, los políticos son rápidos en estas situaciones. Dice:

-No, majo, que tengo que mandar unos emails. …(…..Para votar una enmienda que permita el aborto hasta los 8 años….)

-Albertito, no molestes al señor-le espeta su madre, una señora rubia de edad indefinida. Sus profundas ojeras expresan la mala bestia que es Albertito.

….Esto es el infierno…Vuelve a embutirse en el diario que ha releído tres veces intentando abstraerse del sonido de “Esta abuela es un peligro 5” que atrona con furia por los altavoces.

Y pensar que esta chusma es la que me tiene que votar. Ocho años de dentelladas, zancadillas y cuchilladas entre los “queridos” compañeros de partido (Satanás los reciba en su seno) para lograr una puta plaza en Bruselas. Cientos de infectos niños que he tenido que besar en las elecciones. Y ahora me obligan a viajar en clase Turista como si fuera un…un…no sé, un turista…peor aún….un ciudadano de a pie. Y todo por aparentar que ahora somos austeros y espartanos.

-¡Me cago en la puta austeridad, en la puta democracia, en la puta clase turista y los putos turistas y en su puta madre!

Por un momento, se asusta. No sabe si lo ha dicho en voz alta. Mira alrededor. Albertito le ha cogido el móvil; Mari Pili recibe ahora la historia de los juanetes gigantes de la vecina, la azafata sonríe (esta vez con ganas) con el cachas de la fila 6. El asesor puede respirar tranquilo, no lo ha dicho en voz alta.

Dios, maldito puesto, me estoy volviendo loco. La próxima vez me hago concejal de urbanismo. Y que venga en clase turista la madre del presidente.