miércoles, 12 de diciembre de 2012

Viajes papales, viajes astrales

Tócate los huevos (guarda esa mano, que es una frase hecha). Pues ahora resulta que no. Y la culpa es de las vecinitas, adoratrices de satanás embutidas en impolutos hábitos. Resulta que las santas señoras, avinagradas de macerar entre muros de piedra del grosor de mi pierna y ahítas ya de recibir la gracia del Señor a todas horas decidieron dedicarse a quehaceres más mundanos y, siendo monja, pues no te dedicas a la metalurgia ni a la construcción del cable coaxial transoceánico. Si eres monja y quieres contribuir con el vil metal a la gloria del señor y a la economía del monasterio, haces pastas o licores. Estas optaron por la opción b), elección menos santa pero más lucrativa. Y, guiadas sin duda por el Maligno, se pusieron a perpetrar un licor que te elevaba el alma y te bajaba los gayumbos, bragas en su defecto,  hasta los tobillos.
 
Pero tal fue su éxito que llegó hasta el Vaticano y su Santidad, en su infinita sapiencia, dedujo que nada malo podía venir de tan inocentes hacedoras y se empezó a poner hasta las cartolas del brebaje. Bien es sabido que la borrachera no depende de lo que trasiegues sino de la voluntad del Altísimo.
Y ahí empezaron sus viajes astrales. Si es que, a falta de peyote, alimento de hechiceros,  bueno es el digestivo de hierbas.
No contento con ello, Joseph ha querido hacernos partícipes de sus paseos mentales y, de paso, hacerme polvo la navidad. 
 
Resulta que en su último libro nos cuenta,  cómo fue el nacimiento de Jesucristo. Y lo hace con tal prolijidad de detalles que no cabe duda que ha visitado en persona la villa de Belén en uno de sus viajes imaginarios. Y tal trasiego de lingotazos tiene que hacerlo justo este año, cuando me disponía yo a recuperar el belén, ese que teníamos en casa de toda la vida. Más que nada para que la Txipirona pase como un tifón por encima y el pastor acabe en el pesebre y el río de plata se convierta en una pelota comestible. Pero vamos, que yo quería poner mi belén. El jesuita que llevo dentro empezaba a aflorar y ya me estaba poniendo tierno. Pero viene el Papa y me da un sopapo. 
 
Dice el Preboste que no había burro y asno en el nacimiento. Pero cómo que no??? Estabas allí??? Qué coño había?  un ornitorrinco y una boa constrictor??? un león del Serenghetti y el Chupacabras?? Pues tampoco, Joseph dice con la seguridad que te da la posesión de la verdad absoluta que no había bicho alguno en la santa sala de partos. Vamos, que ni una triste mosca cojonera. Pero hombre, ¿qué te molestaba un par de pánfilos bovinos rumiando sus pajas ahí al final del belén, sin molestar a nadie?. Pues que no, ahora es herejía incluir buey o asno como animal de compañía. 
 
Pero no acaba ahí el viaje papal. Que lo de los reyes magos no lo tiene muy claro el amigo Joe. Que sí había tres tiparracos camino a Belén, pero que tiene dudas de que sean reyes o magos. Parece que en su viaje astral los vio allá a lo lejos. Pero, vamos, que lo mismo eran de Seur y le llevaban unos paquetes urgentes al Niño. Toda la vida luchando contra ese gordo cebón, vestido de payaso de feria que dice "jou-jou-jou" y ahora te lo dinamita desde dentro el tío ese vestido de blanco. Que sí, hombre, que sí que existen; que yo me he tomado tres patxaranes a los postres de la comida y también he viajado al pasado y los he visto.  Me niego a contar a la Txipirona ,cuando aprenda a hablar, que los regalos son del papa-noel chungo ese.
 
Pero Joseph ya estaba lanzado; todavía añade que sí había estrella de Belén pero, sin duda asesorado por Punset, afirma que no era una estrella sino una supernova. Ahí ya sí que se nos ponen los ojos como platos. Balbucea una explicación pseudocientífica que nos deja sin palabras, una especie de  mezcla de "Redes" y "Pueblo de Dios". Para rematarlo ya, se alía en su último viaje con Aramis Fuster y afirma que en el nacimiento de Jesús se dio una sorprendente conjunción interplanetaria. Vamos, que un chupito más y le hace el horóscopo a Cristo o le lee las líneas de la mano.
 
En fins, que yo quiero poner el belén pero ni se me pasa por la cabeza hacerlo sin seguir la senda de la madre iglesia y caer en herejía o apostasía. En resumiendo, tengo que quitar todo tipo de animales, bestias e insectos. los reyes magos desaparecen y, si acaso, envían sus regalos por correo postal; en lugar de estrella tengo que buscar una supernova, que a ver cómo le explico al chino del todo-a-cien que necesito una supernova apañada. Y caso de que lo entienda que me ponga tres planetas para hacer la conjunción planetaria papal. Anda, que ya son ganas de tocar los huevos.
 
Dios, como le dejen la botella completa al Papa, nos descubre cómo desaparecieron los dinosaurios y qué pasó en el Big-bang. Eso sí, con todo lujo de detalles. Palabra de Dios.